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Y ustedes, ¿Quién dicen que soy Yo?

  • Foto del escritor: El Camino del Yak
    El Camino del Yak
  • 15 sept 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 25 may 2020


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Esa pregunta del Señor Jesús sigue retumbando en mis oídos sacerdotales. En este septiembre que cumplo aniversario de la ordenación sacerdotal administrada por Monseñor Nel Beltrán, obispo de Sincelejo. Septiembre 12 de 1.992 en la Iglesia de San Ignacio un sábado como a las 4,20 de la tarde, me impuso las manos sacramentales del orden sacerdotal.


“Y quién dicen los hombres que soy YO?” frase de Lucas en 9,18. Como sacerdote he experimentado algo muy fortalecedor e injertado a toda la gama ancestral de la humanidad. Los primeros clanes humanos fueron manejados por un líder fuerte y astuto que atacó y defendió a su pueblo en descampado para poder organizar sus territorios, marcarlos y poder vivir en medio de guerras y saqueos interminables.


A ese líder le resultó un opositor que no le gustaba la guerra sino que era dedicado a la salud, el chamanismo, la capacidad de curar, a la investigación y observación de plantas para poder recetar las medicinas. Le quedó tiempo para estudiar los signos de los tiempos y se fue convirtiendo en astrólogo, astrónomo y especializado en los fenómenos del cielo y de los cambios siderales y espaciales.


A la larga estos van a ser los sacerdotes. Dentro del clan arameo que va a conformar el judaísmo, estos llegan a recibir el legado de sacerdotes anteriores que levantaron altares en piedra para sacrificar pájaros, gallos, palomas, corderos, toros y otros animales para ofrecer la sangre a los dioses en esa época.


Así fueron desarrollándose de a poco las dinámicas sacerdotales muchas veces llenas de corrupción, grosería, prepotencia y legislaciones agresivas en contra de los pueblos. Allí en esa época y junto al templo de Jerusalén todo esto estaba corrompido y sucio. Jesús los denunció, atacó sus formas de actuar. Con todos los lenguajes y posturas.


Cuando Jesús llega a la tierra en aquella región de la Galilea, en Nazaret comienza una misión de a poco que termina Predicando el Reino, anunciando la Buena Noticia y explicando la profunda Bondad del Padre para con sus hijos.


¿Y cuándo se “gradúa” Jesús de SACERDOTE?, en la CRUZ. El Padre ya no necesitaba sangre, sino el sacrificio, la entrega del Hijo. Midrash tomado del Génesis cuando Abrahán levanta el altar y lleva a su hijo engañado para sacrificarlo con el cuchillo. Y Dios le dice no lo hagas “Ya se de tu generosidad”, y Abrahán es exaltado. Esa es la exaltación propia que fue como el premio fundamental para Jesús.


Y con Jesús todos nosotros, todos los que nos sacrifiquemos, los que nos vamos pareciendo a Jesús, los que anunciemos el Reino, los que prediquemos el Evangelio. Los que seamos serviciales por motivo de la Fe. Todos los que hagan un altar en el corazón y sacrifiquen su egoísmo y su manera altanera de tratar a los demás….y se conviertan en Bondadosos. Ese es el Sacrificio que Dios quiere: el servicio y la bondad.


Mi sacerdocio tiene tres fundamentos sensibles y fortalecedores cada día: 1. confesar es todo un proceso de diálogo con el penitente y desnivelado que me recuerda constantemente el mío. La alegría que me da, verlos salir mas blandos, mas livianos, mas descargados de sus dolores. Con mas confianza en sí mismos y en el Señor Jesús que es padre acogedor.


La absolución marca a las gentes que se encuentran con el Señor en la noche del reconocimiento de su desnivel humano entre el decir y el hacer. Su tragedia de no coincidir como Dios Padre Creador que Dijo e Hizo. La humildad que ya tienen desde que entran al confesionario y entre los miedos, las inseguridades, las angustias y el susto que les da empezar a compartir y abrir el corazón. Pero es la forma mas linda de encontrarse el pecador con el Padre de la Misericordia y yo hago de testigo predilecto.


2. Cuando celebro la Eucaristía en dos momentos ronda el misterio del sacerdocio. En las palabras de la CONSAGRACION, que son abismales para el oído, para el corazón: Decir, pronunciar la fórmula es muy señalador porque esas palabras son para certificar con la CRUZ, que yo soy ese mismo Sacerdote que hace las veces de Jesús y el desnivel es tan profundo que hace sentir frágil.


Hay vergüenza, hay sensación de vacío que solo lo llena el Padre y suple todo lo que falta a mi medida raquítica de mi comportamiento. En las palabras de la Consagración se juntan mi MISERIA, con la inmensidad de la Misericordia, de la Compasión, de la Coherencia total.


Eso hace sentir un doble movimiento; la tristeza de la miseria y la alegría de la escogencia, de la llamada, de la nobleza de parte de Dios que me llama desde el vientre materno, la lucha entre el que es todo generosidad y mi parte egoísta y desnivelada que no coincide con su AMOR.


Jeremías 1,5-10. “Antes de que te formases en el vientre materno te conocí, y antes de que nacieses te santifiqué y te hice profeta de todas las naciones. Yo dije, no se hablar, soy un niño. Sin embargo me envió a las naciones para anunciarlo. No temas, porque Yo soy tu Dios y estoy contigo. Y tocó mi boca y puso sus palabras en mi corazón. Y éstas para incluir a todos en mi nombre”.


Todo esto me conmueve mucho, porque lo veo, lo siento, lo escucho en mi vida. Es mi realidad sacerdotal mas extraordinaria. Cuando hablo soy el primero en escuchar a Dios, otra cosa es que no haga mucho caso a su Llamado continuo.


Y cuando doy la comunión me abruma cómo la humildad de las gentes que van por el PAN, como tórtolas y pajaritos que se arrodillan ante el misterio del hambre y de la Comunión para recibir al Señor Jesús como el ALIMENTO de vida eterna y viático para caminar este desierto…


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Dios le da de comer a todos. Su vida es un Pan para ser entregado totalmente. Así es el sacerdocio una entrega de tiempos, espacios, afectos, sabiduría, animación, inclusión y alegría de la Fe.


Esto de hablar, de predicarlo, de anuncia la buena noticia me da una fuerza espectacular y sensible. Hablar del Dios de Jesús me obnubila.


Todo esto me anima y me hace crecer como sacerdote a imagen un poco distanciada del verdadero y Único SACERDOTE. Pero con la fe y la esperanza agradecida que me llamó desde el útero materno y me escogió como creyente, mas todos los regalos de vida que me ha dado…como el Sacerdocio en la Compañía de Jesús.




12 de septiembre 2.015




 
 
 

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